miércoles, 17 de abril de 2013

PRIMAVERA, ALERGIA Y EXISTENCIALISMO GASTRONÓMICO




Campos turolenses...
La primavera  llegó y mi sentido del gusto se llevó. Esta rinitis alérgica resulta ser una mala compañera de los fogones, con alguna ayuda química  quizás la siguiente entrada sea recetaria. En este caso ha sido metafísicamente imposible. 

Probando un vermut a ver qué...
Aquí, los aliados.

  Dada mi situación , ante la imposibilidad de presentaros un receta que sepa a algo (bueno o malo, pero a algo),   me  he entretenido teorizando sobre cosas que pasan en  los  bares, tascas y rincones que he visitado ansiando las papilas perdidas...  Se trata de esos pequeños gestos  de los lugares de comida que te deben hacer abrazar con júbilo los manteles y platillos o bien salir de allí como alma que se lleva el demonio. Por supuesto que son meras opiniones y ya ardemos en deseos, mi rinitis y yo, de conocer puntos de vista contarios o diferentes a los que seguidamente expongo.


Fotos de la comida (con mayor o menor acierto): si tienes que retratar lo que cocinas para poderlo vender es que su sabor no es lo que más convence. Con frecuencia no son mas que un cebo para guiris... de hecho yo me he sorprendido en lugares con fotos de comida en el extranjero. Pero si lo puedo evitar... En caso contrario es posible probar mala comida precocinada o platos  que saben a lo mismo que me sabe todo a mi: a nada. Que yo sepa la nada solo le interesaba  Sartre y en el contexto culinario no tiene demasido que aportar. Sartre también hablo de la náusea; experiencia que, los más susceptibles,   también optáis a encontrar en estos lugares.





Nivel de pringosidad de las aceiteras (mejor si no las hay) la salubridad de la cocina se refleja fielmente en las aceiteras; no os sabria explicar muy bien porqué pero no falla; una  aceitera sin limpiar es sinónimo de una cocina cochina.





Letrinas romanas, s.III a.C.; mejores que algunos WC del XXI

 Si descuidan la higiene  del baño qué no harán con la vajilla y las materias primas... La desidia en la limpieza  puede significar dos cosas; bien que el  negocio esta en franca decadencia, bien un exagerado interés por los beneficios que les hace descuidar este tipo de detalles.
Con pan y vino, bien se anda el camino.
Pan; el nostradamus gastronomico. Un pan tierno  anticipa una comida sabrosa, si nos encontramos un mendrugo chicloso... ¡escapa cuanto antes de ese lugar!
Plantilla fija; aparte de dejar nuestro dinero en locales que optan por la contratación estable de trabajadores encontraremos en el restaurant con plantilla fija una regularidad en el servicio; las croquetas que tanto nos gustan siempre nos gustan porque las hacen las mismas personas.

Si el hábito no hace al monje, el look súpercool no implica necesariamente buen yantar. Mi experiencia me dice que los buenos lugares son algo viejunos, pero impecables, generalmenete negocios familiares con una gerencia carismática. En ocasiones el minimalismo expresionista de vanguardia en las sillas conlleva a un menú  bastante sosaina y sin sustancia: volvemos al existencialismo de Sartre.


Fuentes:
 http://www.directoalpaladar.com/cultura-gastronomica/el-pan-alimento-literario

 https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Paul_Sartre



 

martes, 2 de abril de 2013

EL PLACER DE CONSERVAR Y RECICLAR



La humanidad siempre ha anhelado conservar la carne fresca, desde la salazón del pescado fenicio a las momias incas,  pasando por el jamón ibérico y las bodegones de  los pintores españoles del XVII
 Momia de Prim (1814-70)
Es, ha sido y será un sueño de dioses mantener incorruptible lo perecedero. En un terreno más cotidiano,  a la hora de congelar alimentos, embargados por ese sueño ancestral de eternidad para nuestros filetes,  nos podemos encontrar  ante la disyuntiva de  en qué tipo de envase conservamos los alimentos. Sin duda el cristal es el más higiénico en cuanto a olores y sabores, pero como todos sabemos, y si no ya os lo digo yo, no resiste el proceso de congelación.  Si congelamos en tupper de plástico  es fácil que alimentos como el caldo de pescado o la salsa  de tomate dejen rastros en el plástico y viceversa; el resultado es un tupper con un resistente olor a pescado o tinte rojo y unos alimentos con matices de sabor rarunos. Con Anita comentábamos este tema hace unos días y me propuso un método a medio camino entre el plástico y el cristal para congelar; se trata de aprovechar los tetra brik vacíos.
Espárragos eternos, por Manet.
Este método tiene algunas ventajas que no debemos perder de vista:
  • Aprovechamos el envase de tetra brik.
  •  Gracias a las tres capas de este tipo de envase; cartón, plástico (polietileno) y aluminio aislamos perfectamente los sabores y olores del alimento de manera que se preservan mejor  sin absorber regustos del envase. 
  •   Ahorramos (verbo interesante sin duda) en tuppers, papel albal, film…
El proceso de envasado es simple, solo necesitamos el envase tetra brik, tijeras, un poco de cinta adhesiva y un rotulador tipo edding. No obstante os dejo estas imágenes para que os hagáis una idea. 


 

Et Voilà!
                                                    
 
Otra idea es añadir el líquido directamente por el orificio del envase y cerrando con el tapón, aunque no se puede garantizar la limpieza adecuada de su interior,  ¿Os imagináis que hubiera sucedido si los egipcios hubieran actuado  de este modo con sus momias?, puestos a conservar hagámoslo “como Dios manda” (Rajoy dixit)
¡Gracias Anita!

Fuentes consultadas: 

 http://saberparacomer.blogspot.com.es/2008/02/la-salazon-del-pescado.html

 http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/09/28/catalunya/1348827112_551905.html